Flores en el ático. Reseña

Titulo: Flores en el ático.
Autor: V. C. Andrews
Nº de paginas: 471
Sipnosis: Narra la terrible experiencia vivida por cuatro niños  que, víctimas inocentes de pasiones prohibidas, crecen en un lúgubre encierro, aislados del mundo por una cruel madre.
 “éramos cuatro niños que avanzábamos a ciegas por entre los pedazos de nuestro dolor y nuestra privación. Jugábamos en el jardín, tratando de hallar consuelo en la luz del sol, sin darnos cuenta en absoluto de que nuestras vidas muy pronto iban a cambiar de manera tan drástica y dramática, que palabras como "Jardín"   se convertiría en nosotros en sinónimo de cielo, y en algo igual de remoto”

El libro esta narrado en primera persona, esta vez desde el punto de vista de Cathy, una niña que nos contara una triste historia que desgarra el corazón. La historia comienza con una introducción que te hace sentir angustiado porque presientes que no solo serán rosas y espina sino que también habrá mucha sangre, mucho dolor y muchos gritos muertos.

Al inicio se nos muestra una familia feliz, los Dollanganger apodados “Los muñecos de Dresde” que viven apaciblemente en una sociedad media que si bien no son ricos pero “al parecer” no les falta nada, un padre amoroso que prácticamente adora  a sus hijos. Una madre bella y estilizada que parece ser perfecta. Un niño de 14 años, una niña de doce y los gemelo que cuentan con cinco años, en pocas palabras la familia perfecta, pero esta perfección se arruinada cuando el padre muere en un accidente. La idealidad en que vivían se ha caído, Cathy y Christopher pronto descubre que nada de lo que tienen es de ellos, todo estaba a medio pagar, ni siquiera la casa es de ellos por lo que al parecer quedaran de patitas en la calle. Pero a la madre, en medio de su desespero, se le ocurre la brillante idea de pedir ayuda a sus padres, los cuales son riquísimos y tienen hasta para poder tener el mundo a sus pies. 

Abandonando todo lo que conocen se dirigen hacia otra ciudad, con el corazón roto por dejar atrás tantas cosas y tantos recuerdos. Pero con la esperanza de recuperar algún día todo lo que tuvieron sin saber que se estaban dirigiendo al mismo infierno.

En esta parte del libro empiezan las preguntas, las dudas, los temores pero a pesar de ello los niños se ven muy ilusionados.

Se nos va desvelando luego que en realidad los abuelos de Cathy no quieren a su madre,  y ni siquiera quieren a sus hijos por un pecado terrible que cometió la madre ante los ojos de Dios, de sus padres y de la sociedad. Y por dicho motivo es repudiada y por ende sus hijos también, por la misma razón su madre no puede mostrarlos en publico sino hasta ganarse nuevamente el corazón de su padre y para ello debe andar sola, sin hijos.

La pregunta es ¿y que iba a hacer con los retoños, pues? Simple, encerrarlos en un cuarto olvidado con ayuda de su madre para que su padre no se entere de su existencia. He aquí cuando los cuatros niños son exiliados del mundo con la esperanza de salir algún día afuera y hacer que su abuelo los quieran, pero los días pasan, las semanas, los meses y nada parece cambiar, siguen allí encerrados sin que nadie sepa de su existencia. Aparte de esto la madre viene poco a visitarlo y encima la abuela también los odia.

Pronto descubrirán el motivo por los que son odiados por sus abuelos, resulta que su madre y su padre eran parientes, familia, tío y sobrina que se enamoraron inevitablemente y acabaron fugándose bajo la furia de un padre y una madre fanáticos de la relación que desaprobaban su amor.

En un principio la madre parece el tipo de mujer que esta dispuesta a hacer todo por sus pequeños, hasta dejar que le den palizas hasta desangrarla a latigazos, parece una madre amorosa, preocupada por sus hijos, pendiente de lo que les falta; comida, ropa, agua, jabón, y todo ello sin embargo es la abuela (la odiosa bruja) la que se encarga  de llevarles comida a una de las habitaciones más olvidadas. Y aunque los meses pasen los chicos tratan de mantener la calma jugando en el sucio ático que pronto convierten en un jardín artificial, manteniendo la esperanzas de salir de allí pronto muy pronto, y ese pronto de vuelven años y ellos nada que pueden salir.

Allí Cathy con 12 años, Christopher con 14, tuvieron que hacer papel de padre con sus hermanos gemelos de apenas cinco años, asumiendo responsabilidades que lo correspondía y pagando pecados que no eran suyos.
“Yo empecé a cambiar mis muñecas por niños vivos”  
Son las palabras de Cathy quien muy pronto se da cuenta de que su madre los ha olvidado en aquel cuarto con ático, se ha olvidado que tiene hijos y la codicia y avaricia por el dinero la han cegado hasta el punto de no visitar a los niños en meses.

Aquí vemos como dos chicos (Christopher y Cathy) que empiezan a crecer pero no solo en estatura, algo esta ocurriendo en sus cuerpos y no saben explicar que. Ha comenzando a salir vellos en parte donde antes no había. A Cathy han empezado a brotarles los primeros signos de senos, sus caderas se están curvando y no comprende porque tiene que sangrar en su parte intima, su madre se lo ha explicado en una ocasión pero sigue sin comprender ese suceso a sus trece años.

Christopher en cambio si entiende lo que esta pasando en su cuerpo y en el de su hermana pero no tiene a ningún hombre con quien hablar, que le explique aquellas “descargas” nocturnas ni los espasmos de su cuerpos. Ambos están creciendo ajenos al mundo, inocentes a pesar de toda la maldad que les rodea. Y en esa habitación olvidada por Dios y por los hombres empieza a desarrollarse un inocente romance. Tan inocente que ni siquiera pueden comprender porque de pronto  Christopher ve más guapa a su hermana, o porque Cathy se siente hipnotizada con la mirada azul de su hermano mayor, ninguno de los dos lo sabe realmente que el amor les rondaba la cabeza, pero este inocente amor es poco visto, y va creciendo poquito a  poquito, cada vez más, hasta el punto en que Christopher le declara su amor.
“El secreto del amor estaba en los ojos, en la manera que tenían de mirarse unas a otras, en la manera en que se comunicaban y se hablaban los ojos cuando los labios estaban inmóviles”
Es comprensible que ambos se fijaran en el otro. ¡Es que no había nadie más en esa habitación!  Nadie les hablaba sobre esas emociones, nadie les decía nunca nada de como debía ser un chico a sus edades. Estaban encerrados, exiliados del mundo, con muchas preguntas y el corazón repleto de dudas que nunca nadie saciaba, bajo la mirada de una abuela fanática de la religión que los acusaba de demonios, de productos del mal desde el primer día que habían pisado aquella casa.

Sinceramente no se como fue que hicieron para aguantar tantos años, y tanto maltrato. En una ocasión la abuela le pego a Christopher con una vara hasta casi hacerle añicos la piel, y también le pego a Cathy por haber gritado en dolor a su hermano.  La vieja esa resulta cruel hasta dejarles sin comer por dos semanas enteras ¿os habéis leído? ¡¡Dos semanas enteras sin alimento!! Los chicos estaban débiles, hambrientos hasta el punto de querer comer ratones crudos del ático. Los niños pequeños (los gemelos) exigían comida, tenían hambre y le exigían a sus padres (sus hermanos mayores) que lo alimentasen. Cathy y Christopher se le parten el corazón por tener nada de que comer, allí es cuando Cathy comienza a odiar a su madre por haberlos traído a ese sitio lleno de crueldad y siente amargura y tristeza  por no poder alimentar a sus pequeños hermanos, es aquí cuando Christopher hace un sacrificio muy grande y muy admirable: se corta la muñeca y con su sangre da de beber a los niños para que se nutran. Resulta una escena muy dolorosa pero también muy admirable. 

Suceden otras escenas casi inhumanas que lastiman el corazón. Nace, incluso, odio en los lectores por la madre que los ha abandonado y la abuela que siempre los maltrata. Se llega a comprender a fondo los sentimientos de los chicos de su desespero por salir de aquel lugar, de su angustia por ver el sol, de oler el las flores ¡Dios mío! Si hasta yo llegaba a asfixiarme con solo leer que ya había pasado una semana y ellos sin poder ver la luz del sol como se debería. Y daba ganas de estrangular a la semejante madre que tenían pues esta  se divertía a más no poder en banquetes divinos, en paseo divinos, con un nuevo esposo divino mientras sus hijos la pasaban más que peor,  privados de libertad, privados de su adolescencia, de cariños, de amigos, excluidos en un lugar que era solitario, en donde los ratones convivían con ellos.

En cuanto a los personajes he de decir que admire mucho a Cathy, por tomar un rol que no le correspondía como madre de sus pequeños hermanos, cuidándolos, mimándolos como si fueran suyos propio hasta el punto que los niños comenzaron a decirle mamá a ella y a olvidar a su madre biológica. Entro en aquel ático teniendo solo 12 años y salió de ese horrible lugar ya siendo toda una mujer con 16 años. El amor inocente que empieza a sentir causa ternura y a la vez dolor.
“Sentí como se me obstruía la garganta preguntándome donde estaba aquel muchacho  al que yo solía conocer, donde estaba aquel hermano mío, y quien era, en cambio, este muchacho de patillas rubias, que me miraba tan largamente a los ojos. Con esa mirada que solo me tenía aprisionada.”
El personaje de Cristopher lo ame, era todo un caballero, muy optimista y un muchacho con muchas esperanzas que quería mucho a su madre y era incapaz de pensar que ella pudiese hacer algo malo.
“Cuando es verano, el verano es lo que más me gusta, y, sin embargo, cuando llega el otoño, me gusta el otoño más que las demás estaciones, y cuando estamos en invierno, el invierno es mi estación favorita, y lo mismo me pasa cuando llega la primavera, que me gusta más que las otras”
Si, así era Christopher un chico que miraba delante de él con mucho optimismo y que confiaba plenamente en su madre. Jamás ponía en duda su palabra ni su amor hasta que se vio abandonado en aquel cuarto solitario junto con sus hermanos menores, privados de libertad y de una buena vida. Entro allí teniendo solo 14 años y salió de allí con 18, hecho hombre y con muchas ganas de buscar un mañana mejor lejos de su madre y de todo aquello que causaba dolor...

La madre de los chicos fue a la que llegue a odiar con muchas ganas ¿como se atrevió a dejar a sus hijos allí abandonados? Debía de no tener corazón como para irse por meses y sin aparecerse frente a sus hijos. Al principio pensé que no podría llegar a ser tan mala, anda que es madre y debía de querer a sus retoñitos, por algo les había dado a luz ¿no?  Sin embargo a mi la madre no me terminaba de caer bien, no se, había algo en ella me hacía sentir recelosa, inquieta y desconfiada. Con el solo hecho de pronunciar:
“Hay madres a las que es imposible amar, porque no quieren que se les ame”
Con solo leer esas palabras se me heló el corazón y tuve miedo de seguir leyendo. Y pronto descubrí que realmente podría llegar a ser cruel, vil, una hipócrita que no le importo casarse y dejar a sus hijos a la merced del limbo.

El libro en si me llego muy a fondo. Cada palabra, cada sensación fue transmitida muy cuidadosamente de modo que cuando empezase a leer ya no podrías parar hasta leer todo el libro. La narrativa resulta muy buena, tiene buenas y precisas descripciones que te trasladan inmediatamente hacía el lugar donde ocurren los hechos. El ático feo y con todas sus defectos se convirtió en un lugar en donde acontecerían muchas cosas, muchos sustos, mucho alivio, y muchas soledades, pero donde también se desarrollaría un inocente amor en donde acabo por consumirse bajo el manto de una lluvia que nunca pudo llegar a tocarles.

Por ultimo os quiero decir que no hay héroes eterno, ni villanos eternos, solo hay personas. Personas que quieren y buscan la felicidad y erran al momento de buscar aquella soñada escalera que nos lleve a la felicidad plena. Y he aquí cuando vemos a una madre a la cual su felicidad esta en el dinero y no en sus hijos, y que estos, víctimas inocentes, cayeron en atisbo que resultaba casi imposible de salir.

Tiene continuaciones como “Pétalos al viento”, “Si hubiera espinas”, “Semillas de ayer” y “Jardín sombrío” pero esa son historias que deberían ser contadas en otro momento.

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